"Hoy les ha nacido en el pueblo de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor.
Como señal encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un establo" Lucas 2:11-12
Con estas palabras rebosantes de alegría, el ángel anunciaba a los pastores que había nacido el Mesías. Dios cumplío su promesa de enviar a su pueblo a aquel que habría de iniciar un nuevo tiempo. El Reinado de Dios, ese que traerá justicia y paz, aquel en el cual ya no habrá más lágrimas y dolor, comenzaba a hacerse presente en medio de la humanidad.
Y su presencia se hace efectiva y concreta más allá de las enormes condicionantes históricas que fueron necesarias superar. Porque el Señor nace en el seno de un matrimonio humilde que se vió sometido a los caprichos del imperio romano. Ellos viajaron a Belén y allí no encontraron lugar donde estar. Por eso nació en un establo.
Sin embargo, nada de eso fue un impedimento. Es más, el Señor hizo uso de cada uno de ellos para que también participaran del cumplimiento de su Promesa de enviar al mundo un salvador.
Hoy nosotros celebramos el nacimiento del Salvador, de nuestro Señor Jesucristo.
Y lo hacemos con alegría y esperanza, porque entendemos que más allá de las dificultades que tenemos que atravesar, hay una promesa que nunca desaparece: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia"
Por eso en esta Navidad celebrá con alegría, esa que nace del corazón. Celebrá con esperanza, confiando que el Señor cumplirá en vos, en los demás y en el mundo entero su propósito: darnos una nueva vida, que comienza aquí y seguirá en la eternidad.
Que el niño Jesús nazca en tu vida. Amén.
