domingo, 16 de marzo de 2014

Filipenses 3:12 - 4:1 // EL MENSAJE DE LA CRUZ

Estimados hermanos y estimadas hermanas, que la gracia de Dios el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sea con todos y cada uno de ustedes. Amén.
Hoy en este segundo Domingo de Cuaresma.
Desde la cruz el Señor nos llama a descubrir su presencia.


No olvidarse de la cruz es fundamental. Quizás alguno se pregunte ¿Es posible olvidarse de la cruz? Y la respuesta es que si. Que la tentación de abandonar el camino de la cruz para transitar otros más brillantes y en apariencia más seguros, ha estado, está y seguirá estando entre los cristianos.
Un Dios en la cruz es menos atractivo que el Dios de los milagros. De hecho, abundan expresiones religiosas en las cuales solo se habla del Señor de los milagros, el Señor de la prosperidad. El Dios de los beneficios. Una oferta, que dicho sea de paso, es muy adecuada a esta sociedad de consumidores que busca satisfacciones inmediatas y seguras a sus demandas individualistas. Una sociedad en la se paga para tener y listo. Una sociedad en la que cada uno busca lo suyo y ya está.
Olvidarse del Evangelio de la Cruz es muy fácil, y ya el apóstol Pablo luchaba contra esa posibilidad.
Yo los invito a compartir uno de los textos que guía la reflexión en este segundo domingo de cuaresma. Filipenses 3: 17 – 4:1
Aquí Pablo, con profunda preocupación pastoral, trata de advertir a los cristianos de Filipo que no se dejen arrastrar por aquellos que enseñan un evangelio alejado de la cruz de Cristo.
Y es que la comunidad de Filipo estaba siendo visitada por otros predicadores que provenientes del judaísmo, insistían en la necesidad de conservar la religión de la Ley. No negaban que Jesucristo era el hijo de Dios, pero Insistían en la necesidad de realizar obras meritorias, obras que los distinguieran del resto, obras en las cuales se muestre que ellos quieren ser salvos. Para estos predicadores, los paganos convertidos al cristianismo debían ajustarse también al modelo de la Ley.
Y aunque Pablo había sido un ferviente practicante de la Ley, para Él, esta enseñanza estaba errada de cabo a rabo. En primer lugar porque niega el poder salvífico de la obra de Cristo. Quien piensa que la vida aquí y en la eternidad se alcanza solo con meritos personales, lo que esta haciendo es negar la obra de Cristo.
La única obra buena que nos hace perfectos son aquellas que nacen del amor. Recordemos lo que dice el apóstol Pablo en su carta a los Corintios
Leer el texto de 1 Corintios 13.
Y estos predicadores cristianos a los que el apóstol rechaza no tenían amor. Porque ellos estaban tan preocupados en su propia perfección que solo pensaban en ellos mismos. “su Dios es el vientre”. Ellos son su propio Dios. Viven para si mismo. Lo que hacen (aunque a los ojos de otros pueda parecer muy bueno) lo hacen por pura vanidad, es decir, para aumentar su buena imagen, para sentirse bien con ellos mismos, para mostrase mejores que otros, para mostrarse perfectos ante los demás. Por eso, al ponerse ellos como centro de todo lo que hacen no lo hacen con amor.
¿Y cuál es el resultado de semejante esfuerzo? ¡Cuál es el resultado de mostrarse mejores que otros? Su propia vergüenza. Los que buscan su propia gloria, aunque tengan proyectos maravillosos, a aunque se esfuercen constantemente y lo hagan a la perfección, lo que hallaran es su propia vergüenza. Ese es el resultado.
En ese sentido la advertencia de Pablo nos sirve para mirar a partir de que lugar estamos definiendo aquello que hacemos: la elección de una carrera, la tarea de una iglesia, su proyecto misionero o evangélico, no sirve a la causa del Reino de Dios si los mismos son definidos a partir del “propio vientre” mirándonos al ombligo.
Por eso el Apóstol Pablo, con lágrimas en los ojos, insiste a los cristianos: no caigan en la trampa de vivir para ustedes mismos. No sigan el mensaje de esos predicadores que con su ejemplo alientan el individualismo.
Cualquier expresión religiosa que contribuya al individualismo no es cristiana por más que se lo nombre a Cristo una y mil veces.
Porque si hay algo que caracteriza a la fe cristiana es que alienta la creación de comunión entre las personas. Oro por mi y oro por otros. Espero ser ayudado, pero también me comprometo a ayudar. No busco la bendición solo para mí, sino en especial para los otros. Y esta manera de vivir la fe nace desde la cruz de Cristo. Allí Dios nos muestra el camino. Allí mostró que la perfección nace de hacer de la vida propia una ofrenda a favor de otros.
Por eso Pablo insiste en que hay la mirada a la cruz de Cristo.
Porque la cruz significa abandonar todo tipo de privilegios delante de Dios y también delante de las personas
Es reconocer la presencia de Dios no en las perfecciones sino en la debilidad.
Es reconocer la presencia de Dios actuando no a partir de los éxitos conseguidos sino más bien en medio de los sufrimientos padecidos
El evangelio de la cruz es servicio y compromiso, no solo recepción de beneficios inmediatos a problemas individuales.
Ese es el camino que estamos llamados a transitar.
El de la humildad, el del servicio desinteresado, el de la comunión con los hermanos y hermanas, el camino que nace de reconocer en cada persona que sufre un dolor, una injusticia a un hijo de Dios que también carga una cruz. 
Predicacion del pastor Leo Schindler para el domingo 16/03/14 

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